ENTRE EL LUJO Y LA MUERTE
SARATUSTRA
pues este fin de semana me he llevado a mi marido a un hotel-balneario en la montaña asturiana, que es cosa digna de hacer. el hotel, gozoso; un trato exquisito, restaurante de esos de plato cuadrado pero de buen comer (rollo fashion-rural, mezclando sabiamente deconstrucciones y fabadas) y un spa acristalado en el que podías gozar de chorros varios y paisaje a la vez.
lo malo vino el sábado, cuando ¡incautos de nosostros! confundimos una ruta de montaña en quad con una entretenida actividad bucólica. como podéis apreciar en la foto, encima de ese monstruo amarillo se encajó mi marido, como pijo desubicado, con su chaquetina (de massimo dutti, of course) y sus gafitas de pasta. yo me sentía algo más normal, dado que era la primera vez en varios años que calzaba playeros, y me veía extra-sporty aunque, en verdad, dábamos un cantazo impresionante entre los pastilleros-chandaleros que nos miraban con desprecio pensando "estos madrileños, qué pardillos, van a retrasar el grupo". y arrancamos hacia una cita con el peligro... mi marido, que me salvó de una muerte segura, sorteaba peñascos y barrancos sudando de miedo por dentro, haciendo como que controlaba porque es un valiente para que yo estuviera tranquila e intentando pasar de los infraseres que disfrutaban de su momento de adrenalina metiéndole caña a esa cosa de ruedas gordas, mientras yo sufría y pensaba en escapar de ese infierno y dejar tirado el puto trasto por ahí.
cuando bajamos, me temblaba todo y tuve un ataque de ansiedad varias horas. por si fuera poco, la naturaleza - que sabe que la odio de cerca - me hizo saber que el sentimiento era mutuo, tirándome encima arañas y bichejos varios que me han deformado la cara, una mano y un brazo con una hichazón que, en el ojo izquierdo, parece fruto de un hostión; provocando que la gente por la calle me mire con pena. más de uno irá a una manifa de mujeres maltratadas gracias a mí.
esa noche, tuvimos que compensar nuestra incursión en el mundo paralelo de la aventura piediendo servicio de habitaciones y viendo miss españa, que es algo más de nuestro rollo. hay que asumir que somos unos trentacas, lección aprendida: somos más de endorfinas que de adrenalina. de todas formas, no estoy segura de no haber muerto despeñada y de no haberme dado cuenta aún... quizá toda esa gente que me saluda y que no conozco son los únicos que pueden verme.
Comentarios
la audiencia clama mas historias terroríficas, con un título similar....lujo y terror....me parto!