Entradas

Mostrando entradas de abril, 2016

Veneno en la Piel

Imagen
Me acuerdo de mi amiga S. Calleja con su walkman y esta cinta recién estrenada, aquél tórrido junio de 7º de EGB, cuando nos echamos desodorante por primera vez porque su madre le dijo que olía a choto. Y cuando nos depilamos las piernas con crema depilatoria que olía a rayos para ir a la piscina de Samoa, y nos armamos un cristo bendito porque esa mierda no era buen invento, no señor. Ella llevaba dos cintas en el walkman: ésta de Radio Futura y una de Enya que sonó hasta reventar. Ninguna de las dos me gustaba especialmente, ya ves, yo quemé una de Cecilia que su madre, la madre de S. Calleja, no la de Cecilia, me regaló por mi cumple. Esa sí me gustaba, la de Cecilia, la pobre, que murió atropellada por un carro en Tordesillas y ya solo por eso me parecía como de la familia. Me sigue gustando, eh. Un par de años más tarde, o tres, no sé, también en junio, fui a la expo de Sevilla con una excursión loquísima que varias veces estuvo a punto de desembocar en tragedia... Me lib

La hora crítica

Imagen
He comprobado que la hora buena de comer son las 12:30 del medio día. No para mí, sino para cualquier humano que amanezca a una hora entre las 6:30 y las 8:30 y desayune un café con leche y algo para untar o similar.  Y si no se come al rededor de esa hora, al llegar las 14:30 uno se convierte en un monstruo y ya no hay solución.  Como cuando te va a bajar la regla o está la luna llena al caer, entras en furia y puede ser que tardes mucho en reconocer por qué. A lo peor, para cuando repares, el desastre será ya irremediable: te habrás peleado con todo el mundo, le habrás arruinado el día a tus congéneres o habrás tomado una decisión drástica sin necesidad. Y todo por la puta glucosa. Así que, por el amor de dios, almuercen o, al menos, tómense un café.

Amores de ascensor.

Imagen
A veces el amor dura lo mismo que un viaje en ascensor del bajo al tercero. O sea, toda la vida.