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Mostrando entradas de octubre, 2007

Qué grande es el mar

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Qué grande es el mar. Tanto que a veces una se ve tentada a dejarse secar en la orilla por no poder abarcarlo. Remojas los dedos de los pies y, aunque está frío, decides sumergirte. Pierdes pie y ganas miedo. Te asaltan dudas: pero si yo soy un bicho de tierra, qué hago aquí dentro, quién me manda... Te cruzas con seres de escamas brillantes que se mueven con gracia, con minúsculos transparentes que parecen despedir luz, con algún oscuro siniestro. Intimidan tanto unos como otros. Y me siento pequeña. Pequeña, torpe y opaca. Aunque estoy segura de que yo también tengo algo brillante dentro, por eso puedo ver destellos entre la tiniebla del fondo marino... pero yo también quisiera brillar. O no. Puede que entonces no pudiera volver a la orilla. Enseguida me canso, o me asusto, y me abandono a la orilla. El sol también brilla. Y da calor. Y la arena acaricia en contacto con la piel... mmmm... Vaya, otra vez volveré a quedarme dormida, seca, al sol, soñando con los destellos húmedos y r
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Hoy he vuelto a montar en el bus urbano, después de mucho tiempo. En el 3 concretamente. El tres, el de los del barrio, claro. Que agradable: esperar un poco, montar y pillar sitio porque solo han montado los de Girón. Escuchar la emisora que ha elegido el conductor o, mejor aun, las conversaciones agenas, siempre bien interesantes. De vez en cuando pegar la hebra con cualquiera: la Pura, que siempre le parezco más gorda y más guapa, me pregunta por mi madre y me cuenta de sus múltiples hijos. El vecino del segundo, que me cuenta de sus exámenes y me pregunta por mi hermana. Ana, que grita mucho y me habla de su novio el macarrilla. O esa señora desconocida que está indignada porque la novia de Borjatisen, el marqueso ese, es un pendón con borlas (¿¿¿???). Mirar por la ventana con la calefacción bien enrojada como cae la lluvia y la ciudad sucumbe al trajín mañanero. La ciudad, hacía años que no la paseaba a diario, y la encuentro mucho más moderna (como yo, que ya tengo blog): más ge
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Algunas escaleras se suben. Otras se bajan. Unas llevan lejos, otras son un viaje a ninguna parte. A veces uno no es capaz de distinguir si está subiendo o bajando, pero cualquier día la escalera se termina y da igual cuanto hayas subido o bajado. O no da igual. Qué sabemos. Hoy me he levantado al pie de una escalera de peldaños cortos y cómodos. A media mañana y de repente, se ha retorcido y se ha transformado en una de caracol, que me ha llevado a otra escalera, esta vez muy alta y de tijera, siniestra. La más siniestra que había visto nunca. La he subido con estupor, la he bajado con cuidado y la he dejado atrás . He pasado el resto del día subiendo y bajando a pasitos cortos por la escalera de peldaños cómodos de por la mañana que, a última hora de la tarde, me ha llevado a una escalera mecánica que poco a poco a ido perdiendo inclinación para convertirse en una cinta transportadora. Buen viaje Carlos, explicabas muy bien las escaleras.

Siempre en domingo

Amos anda, ahora resulta que somos todas finísimas y jamás de los jamases nos ventosearíamos en presencia de nuestros noviosss ... Vale, asumiré que hoy domingo habéis pasado el día bien peinados, bien depilados y bien apocadas con vuestras respectivas parejas... pero ahí va la siguiente encuesta, en ésta sed sinceros por favor. ¿Qué tienen de distintos los domingos? Desde ayer yo los adoro, es el único día de la semana que no tendré que madrugar... uf, se dice pronto ¿eh? Por cierto, mi deseo de "mañana será mejor" del último post no se cumplió...mañana fue peor, pero al 4º día conseguí no meter la pata durante 3 horas seguidas y hasta me lo pasé un poco bien con una clienta cachonda... Pero ¿por qué hay quién los tiene como el día más triste de la semana?, ¿por qué hay quién opina que, en ésta nuestra provinciana localidad, si no tienes novia, los domingos no hay nada que hacer? ¿Qué se hace un domingo? leer los suplementos de los periódicos comer paella ir al cine, o sim

Se que estáis ahí...

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Uf, por fin llego a casa tras mi primer día como estupenda librera. He vendido un libro en 8 horas, y porque el fulano en cuestión lo tenía clarísimo: la princesa y el guisante. 3 cuartos de hora he tardado en encontrarlo... hubiera tardado menos en sacar el mismísimo guisante de la pila de colchones en la que descansaba la princesa... Me duelen los pies. Hay muchos libros. Los ordenadores son seres crueles. Mañana será mejor. Por cierto feonautas, se que estáis ahí, fisgando por el ciberespacio, las respuestas de los test os delatan, así que manifestaos, no hagáis como que no sabéis. No es tan difícil majas.

Cada cosa en su sitio... o no

Se iniciaron mis sospechas cuando Amor entró en GH con ese vestido amarillo pollo. Ahora ojeo el especial moda del País (domingo dominguísimo) y parece que se confirma: Se acabaron los talles bajos, las cinturas vuelven a estar donde las tienen las madres que nos parieron, en su sitio. Puede que el verano que viene no tengamos que depilarnos los entresijos para podernos poner unos vaqueros a la moda. Y, con un poco de suerte, ya este mismo invierno no se nos quedarán los riñones heladicos.

Dior, pedos y palas

Salimos a cenar a un restaurante de moda, hija, es que nos vemos poquiiissssimo. Pedimos platos de nombres imposibles, y un postre para compartir con doble extra de chocolate. Bromeamos con el camarero, aun parecemos las más jóvenes del local. Después tomamos una copa en un sitio tranquilo, de rocanrol pero tranquilo. Y charlamos: dietas, bodas, lo carísimos que están los pisos, trabajo, qué haremos con los niños cuando queramos salir, celulitis... Si, los ítems de la conversación podrían resultar tópicos, pero sorprenderían los contenidos. Fliparías con los planes de algunas para empaquetar a los niños en las noches de juerga... Menos mal que, cumplamos los que cumplamos, seguimos siendo las mismas... ¿Has contestado ya la encuesta?

La lluvia que caerá

Corren días propicios para regodearse en las penas. No se si es la lluvia, la falta de luz, o la alfombra de mi salón; pero lo que apetece es apostarse en la ventana y ver llover mientras suena música bien triste. Encender la chimenea y añorar otras llamas, aun sabiendo que estás abrigada por las mejores. No domino la técnica, así que baja hasta abajo, pica en el vídeo, sube el volumen, y disfruta de la música, la lluvia y la pena.

Bienvenidos

Ya era hora amiguitos, gracias por venir a poblar mi soledad cibernética... pero no basta con instalarse, ahora hay que manifestarse... Se os quiere hermanos.