Propósitos, para qué.

Hoy que el día es tan corto y la noche tan larga, es una suerte andar en la carretera con esta luz. Poner tierra de por medio y hacer parada en esa cuneta que cada diciembre me recibe para celebrar mi particular ceremonia de fin de año.


En este lugar donde me encuentro se produce un pliegue: atrás queda el Cerrato, y Tierra de Campos se derrama como una balsa a mis pies; al fondo la promesa de la montaña helada a la que hoy no habré de llegar. 
Así que, desde este punto y en este momento, no puedo por menos que hacerme yo también algunos propósitos. No parecen grandes cosas, ya se, más que propósitos son un rosario de hitos que me acompañen en el tránsito solar este en que andamos metidos. Si los quieres, pues para ti son también:

Que la primavera trine.
Que el verano complazca.
Que el otoño despoje.
Que el invierno repare.
Y mientras esto permanezca, sea como fuere, qué más da lo demás.

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