HORTERAS DE BOLERA, CAPÍTULO I
Nadie me avisó de que eso era deporte, joe, ¡¡¡tengo agujetas!!!
Yo pensé: si Pedro Picapiedra, el Nota y Homero Simpson son asiduos a los bolos, eso no debe ser mu cansao, así que me dejé convencer.
Fieles a nuestro propósito de enmienda para este año recién estrenado, los dos matrimonios habituales de juergas nocturnas de sábado noche nos dispusimos a disfrutar de un auténtico planazo: cena en el Mc Donals y partida de bolos, ¡guau!
El aparcamiento del McDonals estaba de bote en bote: los jóvenes haciendo uso del Mcauto y las familias abarrotando las mesas y agotando las existencias de Japimils. Desde luego el panorama era desolador: matrimonios que no se hablan con niños enfadados y muertos de sueño, gitanos del barrio España orgullosos de cenar con el tío Sam, preadolescentes mirando con envidia a la familia de la mesa de al lado que parece que se lo pasa mucho mejor que la suya, niños que quieren jugar con niños pero no tienen sitio... en fin. Del menú no os comento nada, solo tranquilizar a los asiduos del blog: ésta vez no comí Mcflurry de ese.
Y tras la cena la partida. En el coche fuimos calentando los ánimos: que si vaya paliza que os vamos a dar, que si anda que sois unos pringaos. Al llegar los zapatines, ay que bonitos hijo, de dos colores y con calcetines de ejecutivo pa que no huelan a chatún.
Que movida, vaya tinglao, como en las pelis pero más sucio y cochambroso. Nos instalamos en la zona de fumadores y nos pedimos unos copazos (no había batidos multicolores como en las pelis). Las calles (está dividido por calles el asunto) estaban plagadas de cajeras y reponedores en su día de descanso, pandillas de matrimoniadas y grupitos de jóvenes expertos que hacían posturitas al tirar la bola. Vaya tela.
Y nosotros, pues anda que nosotros... Sara depuró la técnica del Pozí, la única con la que conseguía tirar bolos. Yo descubrí que la bola se tira con el dedo gordo palante después de la primera partida (es decir, después de tirar una 10 veces). Y los maridos no creáis que mucho mejor.
Curiosos los montajes de las pantallitas: bolos dando saltitos en la muralla china, un hacha partiendo un bolo por la mitad, una bola reventando unos barrotes de cárcel, y lo mejor, un enoooorme dragón calcinando los bolos. Y pa alternar la teletienda en la tele.
El momento cúlmen de la noche llegó a las 12 en punto, como en el cuento de la Cenicienta: se apagaron las luces, ¿estarán cerrando? ¡¡¡NOOOO!!!, de pronto una luces de discoteca de pueblo iluminaron las pistas, los carriles tenían lucecitas rojas a los lados, como las de los coches de choque y, por supuesto la música ¡musicón! BOMMBOMMBOMMCHUNDACHUNDABOMMBOMM
Lo mejor, el bolo rojo. Si, el bolo rojo. Las noches de sábado salen bolos rojos, cada vez que salen en la primera posición te dan un vale, y con cinco vales te dan una botella de vino espumoso. Casi ná. Pues conseguimos 4 bolos rojos, más uno que se nos escapó sin pedir el tiket. Pero nos fuimos muy contenticos, cedimos nuestros 4 bolos rojos a un grupo de puretillas que acababa de llegar.
Somos pardillos, pero buena gente.
¡El sábado que viene al karaoke!
Sara, el post HORTERAS DE BOLERA II, todo tuyo, con fotomontaje incluido.
Comentarios
Me ha encantado vuestro post, me encanta eso de los bolos rojos, jajaja. Sois geniales
El tio Ambrosio Jimenez
Un besico fuerte majo.