Fin de fiesta

La mentira se viene abajo y deja paso al firme asfalto mojado por la lluvia, es lo único que queda de brillante en la cuidad.
Sin embargo, la sensación de irrealidad es tan palpable como tu mal sabor de boca.
Tras intentar dormir junto a un cuerpo aun caliente, la ducha parece reparar todos los males. Pero al caer de nuevo la noche, te sobreviene la nostalgia. Nostalgia de no se sabe bien qué, es algo así como echar de menos a un desconocido con el que apenas cruzaste dos palabras; nostalgia de la euforia de una canción que podrás escuchar siempre que quieras, pero que ya no será igual; nostalgia de esa charla banal e intensa, sin sentido pero con sentimiento, irrepetible.
Entonces quisieras haber prolongado lo improlongable, haber exprimido lo inexprimible... o te arrepientes de haber desatado de nuevo a la fiera, que ahora deberá volver a su ser de manso gatito que se alimenta de wiskas y ronronea en el regazo de la vida diaria. Sin maullar muy alto.
Delirios de luna llena al fin.
Ah, y que quede bien clarito: no me gustan los gatos, la luna me tiene un poco harta, y la mezcla de las dos cosas apesta... pero la noche ha salido así y hoy me toca resignarme. Ya me resistiré mañana si es menester.
Comentarios
Gracias por visitar mi lugar clandestino. Desde el principio decidí que esas letras rojas me acompañarían.Pásate siempre que quieras...Te sigo leyendo
por algún motivo inexplicable hay días en que adentramos uno de nuestros brazos a través de la boca, -será por aburrimiento o algo parecido- lo hundimos hasta tocar el codo con la campanilla y las uñas rasgan las paredes de habitaciones interiores que ni idea de su existencia. vomitamos esos pedazos de yo que sé...
y el caso es que acabo de releer lo que he escrito arriba y uff, me ha hecho recordar un anuncio de tv en el que hablan del colesterol depositado en las paredes y bla,bla,bla,bla...
salud-saludos
Cosas como estas alegran el día
Gracias por decírmelo
un beso
Laura