Pinzas
Cuando mi hermana era pequeña mi madre le pagaba un duro por cada cinco pinzas rescatadas. Ella bajaba con una cestita y se colaba en la jardinera del patio interior de nuestra parcela (parcela es como se le llama a los bloques de pisos en mi barrio), canjeaba la cosecha y se gastaba los duros en el kiosco de Rufas (hasta hace muy poco su mayor gasto semanal lo hacía en ese establecimiento).
Mientras tanto mi madre hervía las pinzas para liberarlas de posibles bacterias malignas que infectaran nuestra pulcra colada y las almacenaba en el trastero en bolsitas de docena. En esa casa nunca se gastó un duro en pinzas, a excepción claro está de la recompensa de mi hermana.
A día de hoy aun hay pinzas en bolsitas de doce en el trastero de mi madre, y por supuesto en mi casa todas las pinzas son adoptadas: las de la ropa, las que cierran el pan bimbo y los paquetes de galletas.
Hoy, tendiendo la colada me ha dado por pensar qué otras prendas habrán sujetado esas pinzas antes de ser hervidas sin piedad, si habrán cerrado quién sabe qué clase de bolsas... Seguro que Luis Piedrahita ya ha reflexionado sobre todo esto, pero seguro que sus pinzas eran compradas.
Comentarios
me parto cuando me imagino a lauri cogiendo pinzas tan mona ella de chiquitina! y la adela mayor es la mejor sin duda!
Me encantó el regalo! tengo que decir que ni mi madre y mucho menos mi novio aciertan tanto! me ha encantado! pronto os mandare degustación de productos de león y una laminita para que veais como evoluciono con los tampones! hasta entonces muchas gracias y feliz 2008!
como le dije a tu hermana espero un libro escrito por ti este año, con ilustraciones muy bonitas y una gran historia, hasta entonces te seguimos leyendo por aqui! a ver si te animas isa! que yo veo potencial y mercado!
un beso grande para ti y para miguel!
¿Qué prefieres, pinzas de colores o de madera?
Muchos besos, guapa.