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Cardo borriquero.

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Te regalé un ramo de cardos frescos.  Los dejaste secar.  Ahora pinchan una barbaridad.  ¿Fue mía la culpa por comprarte cardos en lugar de rosas apestosas? ¿Culpa tuya por dejarlos secar? ¿Mejor no quitar el agua hasta verlos podridos, haberlos tirado antes de que empezaran a pinchar?

Nothing Compares 2 U

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Ésta pobre, aquí la tienes, tiernecita y lánguida como ella sola, aguantando el tirón del primer plano. Cualquier día nos da un disgusto. A que no te suena ninguna canción suya más, eh. Pero ésta sí, mucho. A mí me recuerda a la primera vez que fui a rehabilitación, cuando me riñeron por una cosa de la que no tengo la culpa y me hicieron una amenaza que todavía no se ha cumplido. A mi padre no sé si le gusta. Creo que le resultará anodina. Igual tiene razón.

Lo peor de los domingos

Tener que conducir largas horas y el fútbol en la radio. Haber  olvidado lavar los babis y que no de tiempo a que se sequen.  La resaca de baja intensidad. O la resaca de la muerte. Tener que madrugar y no tener sueño porque te pasaste con la siesta. Haber pasado el fin de semana limpiando y no acabar de ver la casa limpia.      Deshacer maletas.  La mierrrrda que echan por la tele y el programa de los toros en la radio.  Haber trabajado el sábado y que el fin de semana resulte raquítico.  Tener que volver. O tenerte que ir.  No tener novio con el que pasear o ir al cine. Lo peor de los domingos es que van antes que los lunes. 

Echar de menos, algunas consideraciones sin importancia.

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Es sin H, es un hecho, que eso sí es con H. Se puede echar de menos a alguien que tienes sentado al lado. Eso es casi seguro. De lo que no estoy tan segura es de si, cuando echas de menos a alguien, echas de menos a alguien o echas de menos algo. No me explico ¿verdad? Veamos, lo intento de nuevo: ¿Se echa de menos a la persona, o a lo que te pasa cuando esa persona está contigo? Respondiendo a esta pregunta quedaría esclarecido el punto numero dos de estas consideraciones, si es que estas consideraciones estuvieran numeradas. Es, como casi todo, una cuestión de reacciones químicas, volátiles como ellas solas. En ese caso no echamos de menos a nadie que no seamos nosotros mismos sometidos a qué sé yo qué proceso químico del demonio. Ahora parece que lo que echo de menos es hacer silogismos, que siempre me dieron un poco de pereza pero también mucho gustito. ¿Se puede echar de menos algo que ya no tienes/haces/eres y que en su día no te gustaba? Me parece que sí, so...

Vasos vacios

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Me gustaba mucho esta canción, sobre todo cantarla. Es que nos salía muy bien, joder. Debimos montar una banda, o por lo menos no dejar de cantar. "Siempre te entiendo" era mi frase preferida. Pse, le gustaría, puede que sí.

Veneno en la Piel

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Me acuerdo de mi amiga S. Calleja con su walkman y esta cinta recién estrenada, aquél tórrido junio de 7º de EGB, cuando nos echamos desodorante por primera vez porque su madre le dijo que olía a choto. Y cuando nos depilamos las piernas con crema depilatoria que olía a rayos para ir a la piscina de Samoa, y nos armamos un cristo bendito porque esa mierda no era buen invento, no señor. Ella llevaba dos cintas en el walkman: ésta de Radio Futura y una de Enya que sonó hasta reventar. Ninguna de las dos me gustaba especialmente, ya ves, yo quemé una de Cecilia que su madre, la madre de S. Calleja, no la de Cecilia, me regaló por mi cumple. Esa sí me gustaba, la de Cecilia, la pobre, que murió atropellada por un carro en Tordesillas y ya solo por eso me parecía como de la familia. Me sigue gustando, eh. Un par de años más tarde, o tres, no sé, también en junio, fui a la expo de Sevilla con una excursión loquísima que varias veces estuvo a punto de desembocar en tragedia... Me lib...

La hora crítica

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He comprobado que la hora buena de comer son las 12:30 del medio día. No para mí, sino para cualquier humano que amanezca a una hora entre las 6:30 y las 8:30 y desayune un café con leche y algo para untar o similar.  Y si no se come al rededor de esa hora, al llegar las 14:30 uno se convierte en un monstruo y ya no hay solución.  Como cuando te va a bajar la regla o está la luna llena al caer, entras en furia y puede ser que tardes mucho en reconocer por qué. A lo peor, para cuando repares, el desastre será ya irremediable: te habrás peleado con todo el mundo, le habrás arruinado el día a tus congéneres o habrás tomado una decisión drástica sin necesidad. Y todo por la puta glucosa. Así que, por el amor de dios, almuercen o, al menos, tómense un café.