La hora crítica
He comprobado que la hora buena de comer son las 12:30 del medio día. No para mí, sino para cualquier humano que amanezca a una hora entre las 6:30 y las 8:30 y desayune un café con leche y algo para untar o similar.
Y si no se come al rededor de esa hora, al llegar las 14:30 uno se convierte en un monstruo y ya no hay solución.
Como cuando te va a bajar la regla o está la luna llena al caer, entras en furia y puede ser que tardes mucho en reconocer por qué. A lo peor, para cuando repares, el desastre será ya irremediable: te habrás peleado con todo el mundo, le habrás arruinado el día a tus congéneres o habrás tomado una decisión drástica sin necesidad.
Y todo por la puta glucosa. Así que, por el amor de dios, almuercen o, al menos, tómense un café.
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