Pensamientos de sofá un sábado noche.
No esperéis un post con pies y cabeza. No lo es.
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Bruno Munari es dios. |
La lectura de un libro casual puede trastornarte el humor para toda la semana. Lo empiezas con pereza, lo sigues con ansia, lo terminas con desasosiego y luego ¿qué coño leo?
Todos los fines de semana tendrían que tener tres días. O al menos dos para todo el mundo, que todavía me acuerdo de mis tiempos de tendera, cuando adoraba los domingos y librar un sábado por la tarde era tener el paraíso por delante.
La venganza tiene muchas formas. Conozco una taimada y discreta que te puede joder la vida.
Algunas veces una palmadita en la espalda sienta como un patadón en el culo. Quién sabe si no querrá decir lo mismo, a ver si me entero.
Qué bonito sería que todos apagásemos la tele cuando de verdad no echen nada que nos interese. Cómo ha cambiado la perspectiva de mi sofá desde que lo hago, prueba, no vas a ganar tiempo, tampoco te creas, enseguida encontrarás otra cosa con la que dar en tonto. Porque de eso se trata cuando te arrojas al sofá, de dar en tonto hasta la saciedad.
No existe un hombre como Corto Maltés. Una vez conocí a uno que se le parecía, de lejos, pero se le parecía. Menos mal que se fue.
Hay cosas que, de haber sabido que me iban a durar casi toda la vida, habría elegido con más tiento. Como, por ejemplo, el salero de la cocina.
¿Ves?, ni cabeza ni pies, estabas advertida.
Es verano, qué más da.
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