Es verano. Un post sin pies ni cabeza.

Hay que lavar menos calcetines. Y, por consiguiente, tampoco hay que tenderlos, ni doblarlos, ni mucho menos emparejarlos.
El tinto de verano sabe más rico. No quiere decir que en invierno me sepa malo, que va.
Pero también me gustan las cervezas casi heladas. Y descubrir cosas idiotas y que dan mucha risa como el punto glasssial.
Madrugo menos, trasnocho más.
Puedo dormir tapada y con la ventana abierta, a pesar de los malditos mosquitos. Y andar con poca ropa o sin ropa. Yo y mis criaturitas, que se visten solo de vez en cuando y cuando lo hacen no tardan ni un pis pas.
Me gusta dar palmadas con la chancleta en la planta del pie. Y tengo que darme crema, mucha crema, y me brilla la piel.
Mi madre hace tortilla de patata casi todos los días. Hay que dar salida al calabacín y a los huevos de la vecina.
Puedo trincarme tres temporadas seguidas de una serie cualquiera. O pasarme la noche y parte de la mañana (lo mejor es la mañana) tratando de conectar cuerpo y alma en un sitio con mucho ruido pero al aire libre. Y si no se puede, por lo menos, fantasear con volver a hacerlo otra vez.
Me encanta el generoso y poco exigente frambueso de mi jardín. Y sus frambuesas, claro. Los paseos a la Atalaya al caer la tarde, también.
Leer una novela malísima, y luego otra muy buena.
Toca celebrar el aniversario de la desaparición de Elvis con los locos del Little Graceland. E, indefectible y gustosamente, ponerme morada. También me pongo morada de pimientos del Padrón.
Tardo muchos días en lavarme el pelo, por eso me salen los moños tan bien.
Y comer helados. Y hacer planes con mis amigas, aunque luego no se puedan realizar.
Y recibir visitas en mi casa, que luego en invierno nadie quiere venir. Y hacer visitas yo también.
Y creerme fan de la orquesta Nueva Alaska, y beber pacharán con hielo, y bailar la canción del verano encadenada bar tras bar. Y aburrirme como una mona en el encierro.
Y que me piquen horrores los empeines de los pies, y rascarme hasta hacerme sangre. Y los mosquitos, otra vez los putos mosquitos. Y echar de menos los vaqueros y los jerseis, y las botas de invierno. Y la mierda que echan por la tele. Y empezar el turno de comidas a la 1 y no terminarlo hasta las 5 o las 6.


Pero mi marido en bañador, y es verano y la vida es mu fácil.








Comentarios

Provinciana ha dicho que…
Pues ten cuidado con rascarte hasta hacerte sangre, que luego deja sicatris

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