Nacer con miedo o la cultura de la violación.

Llevo días leyendo sobre el asunto, sin estar demasiado al tanto de las noticias espeluznantes de estos días, la verdad. Y me encuentro confusa. Me he abstenido de comentar en facebook, quería decir algo pero no sabía muy bien qué.
Por un lado me tira para atrás que ahora todos estemos hablando de violación, que se haya convertido en tendencia hablar de agresiones sexuales en cuanto se aproximan los Sanfermines y eso. Me da miedo que sea moda., y que nos cansemos de ver tips molones de mujeres de aspecto vintaje gritando "no violes, coño".

Pero, por otro lado, me conforta, y mucho, que se evidencie algo que todas vivimos. ¿Quién no ha tenido un episodio?, ¿no?, haz memoria: el amigo ese raro de tu tío que te saludaba de más, el vecino babosete que todas evitamos en el portal, ese campamento en el que había una pandilla de "metemanos" que causaba terror en la piscina, aquella vez que no estás muy segura si al final querías o no querías pero ya que estabas no te fueran a llamar calientapollas o se fuera a poner bruto... No apetece nada rascar, eh. 
Pues entonces no hagas memoria, haz planes: hacer el camino de Santiago sola, coger un blablacar para ir a Cuenca más rápido y barato sin preocuparte de si el conductor es tío o tía, sentarte en un banco recóndito del Campo Grande a leer o comerte un bocadillo, salir de marcha y volver sola dando un paseo de madrugada, ahora que hace tan rico. Esto sí, apetecer, apetece, pero no, ¿no?.

Referirse a esto como cultura de la violación igual es un poco bestia, pero tras leer el artículo incómodo y discutible de Zaron Burnett, pienso en las carreras que me he dado yo, con lo poco que me gusta correr, al volver a casa de noche. Carreras que, además, me hacían sentir como una gilipollas... A las 5 de la mañana, atravesando la recta entre el chinito y el Giner, estaba casi segura de que el tipo que andaba por la otra acera no iba a atacarme. Pero si el tipo en cuestión, al oler mi miedo, en lugar de verse alagado en su virilidad se hubiera puesto en mi lugar o en el de su hermana pequeña, puede que lo que yo hubiera olido fuera empatía en lugar de peste a depredador, y me hubiera ahorrado un sofocón. Muchos sofocones en realidad. Y algún susto que otro.

Será todo exagerado, los términos o lo que tu quieras, pero que sí, que me gusta leer Píkara y que le pongan voz a algunas cosas que me pasan por la cabeza desde los 12 años. O desde los 10. Que a lo mejor no adhiero con todo, pero me da otra perspectiva. Que desde que sigo a Bea Esteban leo y oigo cosas que me vuelven del revés, me incomodan y me hacen pensar. Que las gafas violetas de Diana no se empañan. Que encuentro que Nuria Galicia es una persona sensata y no sospechosa de radicalismos, y también me da estas cosas de leer.

Y que, aunque estemos acostumbradas a caminar por la calle con inquietud y precaución, no mola, no mola nada.

Estos consejos del ministerio, además de alimentar mis miedos y los de mis hijas, ofenden a los hombres que me cruzo por la calle y no me quieren violar, que son los más.

Comentarios

CARLOS DEL B. IGLESIAS ha dicho que…
Al final todos tenemos que vivir con el miedo, o con el respeto, como me gusta llamarlo.
No creo que sea malo pecar de prudente en ciertas situaciones.
Otra cosa es que el Gobierno en vez de intentar hacer su trabajo principal, si supiera (que no es) se dedique a dar consejos o a decir cuando abortar. Todo va unido a la pérdida de libertades en este decadente país y más concretamente a las de las mujeres.
Me gustaría que se dedicaran a redactar normas, pero de otra manera, es decir, a MODIFICAR el código penal, por ejemplo, para que no los delitos no quedaran impunes.
Me da asco esta situación, siento vergüenza de este Gobierno y de muchos hombres en particular, esos que deberían estar como poco "castrados".
Provinciana ha dicho que…
Vaya percal
Larien Ringëril ha dicho que…
Las mujeres tenemos completo poder de decisión sobre quién tiene acceso a nuestro cuerpo y los hombres deben respetarlo; no creo que un beso, un trago o una cita mágicamente les otorgue libre y absoluto acceso al cuerpo de las mujeres. Es por esto que una cultura que fomenta estos principios debe erradicarse y esto únicamente será posible cuando el rechazo a su práctica sea absoluta y En vez de enseñar a las mujeres a defendernos deberían enseñar a los hombres a no violar.
Leer más en: https://erudeite.wordpress.com/

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