Anatomía de la ciudad, arquitectura de las emociones.

Me sienta bien madrugar, por eso lo hago poco. Si lo hago mucho y seguido deja de gustarme.
El domingo pasado madrugué, y los preparativos para volver a ser librera me llevaron al rincón donde pasé una infancia que casi no recuerdo.
El café caliente y el viento cargado de hojas me contaron que nunca supe saltar a la comba, que nunca llevé uniforme, que me mareaba en el autocar, y que una vez tuve una perdiz, pero eso ya lo he contado.

Anatomía de la ciudad, arquitectura de las emociones.

Comentarios

PAULA ha dicho que…
¿Cómo que volver a ser librera?
¿Y eso?
Un beso, guapa.
vaderetrocordero ha dicho que…
Cómo molan las mañanas de otoño si no tienes que trabajar, verdad? Las del domingo saben especialmente ricas!!!
beizabel ha dicho que…
Sí tenía que trabajar, vuelvo a ser librera Pauli, a tiempo parcial, mientras los charcos me lo permitan.
Lo malo de las mañanas es que para disfrutarlas hay que madrugar.
PAULA ha dicho que…
Los charcos suelen ser muy juiciosos y aunque no lo parezca están justo donde uno puede saltarlos (o chapotear en ellos).
Un besazo.

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