Anatomía de la ciudad, arquitectura de las emociones.
Me sienta bien madrugar, por eso lo hago poco. Si lo hago mucho y seguido deja de gustarme.
El domingo pasado madrugué, y los preparativos para volver a ser librera me llevaron al rincón donde pasé una infancia que casi no recuerdo.
El café caliente y el viento cargado de hojas me contaron que nunca supe saltar a la comba, que nunca llevé uniforme, que me mareaba en el autocar, y que una vez tuve una perdiz, pero eso ya lo he contado.
Anatomía de la ciudad, arquitectura de las emociones.
El domingo pasado madrugué, y los preparativos para volver a ser librera me llevaron al rincón donde pasé una infancia que casi no recuerdo.
El café caliente y el viento cargado de hojas me contaron que nunca supe saltar a la comba, que nunca llevé uniforme, que me mareaba en el autocar, y que una vez tuve una perdiz, pero eso ya lo he contado.
Anatomía de la ciudad, arquitectura de las emociones.
Comentarios
¿Y eso?
Un beso, guapa.
Lo malo de las mañanas es que para disfrutarlas hay que madrugar.
Un besazo.